Hay que alertarse en los “tengo que”, “me gustaría”, “me encantaría, pero...” y poner especial atención en los “quiero”, “voy a por ello”. Estos últimos indicadores de compromiso que expresamos a través del lenguaje hacen de palanca priorizando unas tareas sobre otras. Por eso cuando tenemos claro lo que queremos y estamos involucrados, desaparece la excusa del “no tengo tiempo”.
El grado de compromiso se muestra patente tanto individual como colectivamente. Pensemos en términos deportivos e imaginemos a nuestro equipo en el campo de juego, a los pocos minutos notaremos claramente esa emoción y leeremos la capacidad de compromiso que mantienen en cada momento. Como en el deporte y en la vida personal, del mismo modo en el trabajo, la responsabilidad, la implicación y el compromiso se hacen presentes durante el desarrollo de las tareas cotidianas. Fomentar esta actitud en el entorno laboral supone crear una conciencia positiva y una mayor y más responsable orientación hacia los objetivos. El compromiso será un aspecto importante a tener en cuenta en un proceso de coaching para el desarrollo personal y profesional; genera acción y, por tanto, aprendizaje.