Sentir, pensar y hacer de forma diferente - Desarrollamos organizaciones y personas

ico yogaComo coaches, y como personas, es preciso que desaprendamos ciertas cosas que son transparentes para nosotros, para reaprenderlas con un mayor grado de conciencia y de ahí pasar a una nueva transparencia.

 

En mi experiencia con el Mindfulness he podido darme cuenta de una cosa que me han resultado sumamente reveladora: Vivimos dormidos. Nos manejamos por este mundo con el piloto automático puesto. Consumo de energía mínimo. Hacemos lo que hacemos y no sabemos ni por qué lo hacemos. No nos cuestionamos nada. A cada acción sigue una reacción. Una cadena infinita de causas y consecuencias que parecen, a menudo, predefinidas como en una plantilla. Casi como cuando jugamos al ajedrez con el ordenador y nos avisa: “Mate en 4”.

Ya lo decían Gurdjieff y Ouspensky cuando preconizaban su Cuarto Camino: El hombre está completamente dormido y su potencial aniquilado. Se comporta como un autómata o un robot, sin ningún control en absoluto, y es, por tanto, víctima de lo que le ocurra accidentalmente. No somos amos de nosotros mismos, en definitiva.

Desde una perspectiva más nuestra, más propia del coaching, este vivir dormido explica en buena medida por qué estamos rodeados de víctimas, de barcos a la deriva, sumidos en un tormentoso murmullo de lamentos, interrogantes, e indefinición. Una persona dormida es, ante todo, una persona desempoderada.

El Mindfulness, con la práctica de la atención plena, muestra a la persona un camino para empezar a tomar conciencia. Sin embargo, resulta demasiado ambicioso tratar un tema tan amplio en tan pocas líneas. De modo que me voy a circunscribir a un ámbito más específico: Un coach que se precie debe despertar para poder llevar a cabo su labor con las máximas garantías.

Para explicarlo, introduciré un nuevo elemento. Postula Heidegger el concepto de transparencia: Actividad no reflexiva, no pensante, no deliberativa, la acción con umbral mínimo de conciencia. Rafael Echeverría lo recoge en su libro Ontología del lenguaje y ahonda en la explicación. Durante la mayor parte del día, el ser humano se mueve, se relaciona con distintos objetos y utensilios, e incluso personas, y no es plenamente consciente de ellos.

Un coach que se precie debe despertar para poder llevar a cabo su labor con las máximas garantías

El doctor Echeverría lo explica de manera contundente con un ejemplo: Cuando vamos conduciendo nuestro coche, la palanca de cambios, los pedales e incluso el resto de coches resultan transparentes para nosotros. No tenemos puesta la atención en ellos. Lo cuál no quiere decir que seamos incapaces de relacionarnos de manera adecuada, en incluso eficiente, con todos ellos. No somos conscientes. Hablando en términos informáticos, son aplicaciones que se están ejecutando en segundo plano, mientras está corriendo un proceso principal, que es donde tenemos enfocada nuestra atención.

Sostengo que es un rasgo evolutivo imprescindible la automatización de determinadas acciones. Realizar estas tareas en segundo plano, sin necesidad de enfocar la consciencia en ellas, libera recursos para que podamos dedicarlos a otras funciones que exijan mayor concentración. Por ejemplo, sin abandonar el ejemplo anterior, podemos conducir nuestro vehículo por la ciudad mientras mantenemos una conversación con nuestro copiloto, sin que se vea mermada nuestra capacidad para la conducción.

Postulo, sin embargo, que los coaches (esto sería extensivo a los seres humanos en general, pero como he dicho, no es objeto de este artículo) hemos de reaprender ciertas habilidades previamente adquiridas, volver a hacerlas conscientes y que pongamos nuevamente el foco en ellas, para poder llevarlas a un nivel superior. Es decir, lo que desde hace mucho tiempo se volvió transparente para nosotros, deje de serlo.

Por centrarme en un caso a modo de ejemplo, el coach, como ser humano que es, tiene la capacidad de escuchar. Una capacidad en la que, salvo casos concretos, la persona no pone una especial atención. Cualquiera, en principio, “sabe” escuchar. Ahora bien, como es fácil de comprender, el coach debe ejercitar un nivel de escucha mucho más profundo, una escucha que llamamos 360º: No sólo se trata de una escucha activa en el subdominio del lenguaje, sino una escucha a nivel corporal y emocional, y la destreza de construir un significado coherente proveniente de esas tres distintas escuchas. Es indudable que hay personas que tienen más facilidad para realizar este tipo de escucha de manera intuitiva y natural, pero, desde luego, veo esencial que el coach trabaje, al menos hasta que tenga un buen dominio, esta forma particular de escuchar. Y esto sólo puede hacerlo despertando, haciéndose consciente de sí mismo con sujeto que escucha, de su coachee, de los subdominios de éste y del mismo acto de escucha.

En resumen, el coach tiene que reaprender muchas de las capacidades que son transparentes para él, poniendo conciencia en ellas, para poder llevarlas a una nueva frontera.

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 Artículo de Juan López, Coach CORAOPS

 

Comentarios (1)

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