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ico acompanarEn una relación de coaching productiva, la labor de acompañamiento es esencial, y su éxito radica en un concepto clave: el acompasamiento. Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia capital del acompañamiento dentro del proceso de coaching. Vamos a valorar brevemente este aspecto, y en qué medida el acompasamiento entre coach y coachee influye en la labor de acompañamiento.

 

El tiempo, como valor esencial, determina unos límites prefijados en la relación entre coach y coachee. Nos estamos circunscribiendo a la duración y número de sesiones del proceso. Dentro de estos límites vamos a buscar una máxima productividad y eficacia. Y ambos parámetros son hijos directos de un concepto clave: El rapport.

El rapport nace de dicha relación entre coach y coachee. A mayor rapport, mayores cotas de progreso podemos esperar de dicha relación. Un coach ha de ser, ante todo, un maestro en el arte de generar rapport. Su mera presencia ha de transmitir calidez, profesionalidad, cercanía, interés genuino y capacidad de escucha. Se convierte en una persona que se aproxima al coachee para caminar a su lado y hacerle saber que camina a su lado. Porque el éxito productivo de la relación vendrá determinado en la medida en que el coachee perciba, a través de los tres subdominios (lenguaje, corporalidad y sentimiento), esta cercanía sincera. Sólo así se abrirá plenamente al coach.

Cuando hablamos de abrirse al coach, estamos diciendo “te veo como un espejo de mí mismo, de mis debilidades pero también de mis capacidades, de mis dudas pero también de mis decisiones y con ello me siento más empoderado”. El coachee se descubre de pronto capaz de definir su meta y de alcanzarla.

Como coaches conviene que no olvidemos que, ante todo, hemos de acompañar, de saber acompañar al coachee. Antes incluso de realizar la primera pregunta. Por el mero hecho de realizar una labor de acompañamiento sólida, habremos puesto en juego uno de los más importantes activos que tenemos como coaches. Porque este acompañamiento es el fertilizante necesario de una relación productiva. El coachee va a poder llegar a mayores cotas de reflexión. Va a desarrollar una sinceridad más auténtica para reconocer los errores y aciertos del pasado. Va a sentirse más confiado y determinado a ir asumiendo retos más ambiciosos, en la medida en la que se pueda ver a sí mismo más capaz de lo que inicialmente consideraba.

Para ello, hemos de naturalizar, en un proceso de aprendizaje gradual, el acompasamiento del coachee. No nos extenderemos en explicar en qué consiste, pues no es objetivo de este artículo. Haremos hincapié en el proceso de interiorización que hemos de seguir para lograr esa maestría de la que hablábamos anteriormente.

Por poner una metáfora, pensemos por un momento en el conductor de un coche. Este conductor, al comienzo está con todos sus sentidos alerta, pendiente de la secuencia de arrancado, de mirar al espejo retrovisor, de cambiar de marchas, de todos y cada uno de los detalles, en resumen. Al cabo de un tiempo, de manera natural, no exenta de esfuerzo, va siendo capaz de conducir el coche y realizar las maniobras más complejas con facilidad y pericia. Como coaches, debemos ser como ese conductor experimentado, maestros en el arte de acompasar nuestro lenguaje, nuestra gestualidad e incluso nuestro sentimiento, de una manera genuina, y recalco lo de genuina, al del coachee.

Es de este modo como vamos a ser capaces de fluir con el coachee a lo largo de la sesión, recibiendo, espejando, proponiendo y retando, en una maravillosa danza productiva. Cualquier relación de coaching que falle en esto no pasará de una fría sucesión de preguntas y respuestas de manual de autoayuda. Y fracasará en lo esencial: inducir a un verdadero estado de reflexión, ponerse sin ambages ante el espejo y posibilitar un compromiso sincero que sólo puede nacer del interior.

Resumido en unas palabras, toda sesión de coaching parte de una labor de acompañamiento, para la cual el coach ha de dominar de forma magistral el arte del acompasamiento, un acompasamiento natural y fluido. Es ahí, y no en otra parte, donde se encuentra la esencia y fundamento de una relación de coaching auténtica y productiva.

 

Juan López

Artículo de Juan López, Coach CORAOPS

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